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09 May 2007

Francia: crónica de una victoria anunciada



Alejandro Teitelbaum para Renacimiento Comunista

El domingo 6 de mayo el termómetro electoral de Francia marcó la temperatura. Las cifras oficiales indicaron 18.800.000 votos para Sarkozy , 16.634.000 para Ségolène Royal y 6.650.000 abstenciones, o sea 53%, 47% y 15,2%, respectivamente. Hubo 1.560.000 votos en blanco, los que oficialmente no se toman en cuenta para establecer los porcentajes. Si se introduce esta variante, los votos emitidos se repartieron así : Sarkozy 50,8%, Royal 44,9, en blanco 4,3%.

Del análisis sociodemográfico realizado por institutos de encuesta surge que habrían votado por Sarkozy el 46% de los obreros, el 25% de los desocupados, el 77% de los trabajadores independientes, el 82% de los artesanos y comerciantes, el 67% de los agricultores, el 65% de los jubilados y el 42% de los estudiantes.

Se puede constatar que, incluidos los obreros, ningún estrato social numéricamente significativo, salvo los desocupados, ha votado masivamente contra Sarkozy y que, por el contrario, los sectores ideológicamente más conservadores, como los agricultores, los trabajadores independientes y los artesanos y comerciantes han votado masivamente por el candidato de la derecha.

Los más ricos no han tenido ninguna dificultad en identificar al candidato más resuelto a defender sin vacilaciones sus intereses: los dirigentes de la asociación patronal MEDEF están exultantes con el resultado electoral y, ejemplo extremo, en Neuilly-sur-Seine, el suburbio aristocrático de París, Sarkozy obtuvo el 86,81% de los votos.

Así es como Francia será gobernada en los próximos años por la derecha pura y dura, con un programa funcional a los intereses del gran capital, programa que Sarkozy expuso claramente durante la campaña electoral, sazonado con algunas promesas demagógicas que no podrá cumplir.

Pueden darse varias razones para intentar explicar este resultado electoral

Sarkozy preparó durante años este momento: tomó el control de su partido, el UMP, hizo de su cargo como Ministro del Interior la plataforma de su larga campaña electoral y en la etapa final contó con la « mass media » que durante meses presentó una sola opción: él o Ségolène Royal.

La ambición y la ideología de Sarkozy, son conocidas en Francia desde hace mucho tiempo.

¿Qué hizo la izquierda en general para cerrarle el paso?

El Partido Socialista, durante los doce años de Chirac no hizo otra cosa que criticar al Gobierno sin ofrecer un proyecto alternativo y cuando comenzó el periodo preelectoral, en lugar de convocar a toda la izquierda para elaborar un programa y una estrategia común para enfrentar a Sarkozy en las elecciones, prefirió acordar entre las diferentes corrientes internas del Partido un programa ambiguo y elegir a Royal como candidata por la única razón que los sondeos la daban ganadora frente a Sarkozy.

La llamada « izquierda alternativa » se ocupó de destruir, cada componente a su manera, la posibilidad de presentar un candidato único a las elecciones, lo que quizás le hubiera permitido ser la tercera fuerza. Se presentaron separados en la primera vuelta con el resultado conocido: toda la izquierda alternativa (Partido Comunista, Liga Comunista Revolucionaria, Lucha Obrera, José Bové y Schivardi) no alcanzó a sumar el 10% de los votos. Ninguno, salvo la LCR que obtuvo algo más del 4% de los votos, llegó al 2%.

Entre los dos turnos en nombre del « peligro Sarkozy » la confusión ideológica fue total. Royal, con la aprobación expresa o tácita del ala centrista mayoritaria en el PS, propuso una alianza a Bayrou, conservador de toda la vida y con un programa económico de derecha. Además, en su campaña tomó temas simbólicos de la derecha, de un día a otro fue diciendo todo y lo contrario y, por último aunque no menos importante en un proceso electoral extremadamente personalizado, su imagen «comunicacional » fue nítidamente inferior a la de Sarkozy, que se mostró coherente, seguro y con dotes de gobernante.

A esa confusión contribuyeron el Partido Comunista que continuó diciendo que había que «hacer ganar a la izquierda » votando a Royal, como si Royal fuera de izquierda y José Bové, que pasó de la consigna de « voto insurreccional » a aceptar una fantasmagórica «misión » sobre la «soberanía alimentaria », encomendada por Royal.

La LCR y LO, un poco más coherentes, llamaron a votar contra Sarkozy, aclarando que eso no implicaba apoyar a Royal.

Ya se conoce el resultado.

El Partido Socialista ha decidido dejar el arreglo de cuentas entre las distintas corrientes internas hasta después de las elecciones legislativas y después oficializará su giro al centro, que probablemente no provocará una escisión formal de un bloque de izquierda, sino un desgranamiento individual de los afiliados que todavía creen en la posibilidad de una política de izquierda.

Ségolène Royal está firmemente empeñada en dirigir este PS «renovado » pero Straus-Kahn está resuelto a disputarle la jefatura.

Las elecciones legislativas de junio próximo, con el sistema vigente de circunscripción uninominal a dos vueltas, deja sin representación a los partidos minoritarios. De modo que se puede prever una legislatura mayoritariamente de derecha, una oposición de centro formada por acuerdos electorales entre el PS y el centro-derecha y una izquierda prácticamente extinguida y sin representación en el Parlamento.

La elección de Sarkozy en Francia y la virtual desaparición de la izquierda en dicho país debería ser un motivo de reflexión para la izquierda en general a escala mundial, incapaz hasta ahora de dar una respuesta teórica, ideológica, económica, política y cultural coherente a la realidad contemporánea, dominada en todos los órdenes por el capital monopolista transnacional y caracterizada por el incremento de la explotación y de la opresión de los trabajadores de todas las categorías, el despojo de los recursos naturales, incluidos los alimentarios, de los países llamados periféricos, la degradación acelerada del medio ambiente y la sucesión de guerras de agresión imperialista.

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