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26 November 2006

Cuando la CIA financió a intelectuales "progresistas"



Ernest Mandel, dirigente troskysta firme defensor de la caída de la URSS



Lech Walesa, dirigente del sindicato ultracatólico y anticomunista "Solidarnosc"(Solidaridad), y apoyado por algunas IV Internacionales



Max Eastman, fundador de la IV Internacional y redactor del falso testamento de Lenin(El propio Trotsky y la mujer de Lenin tuvieron que desmentirlo en una carta al New York Daily Worker)






En 1945, arruinada por la Segunda Guerra Mundial, Europa se convierte en el blanco de luchas de influencia entre los Estados Unidos y la Unión Soviética, que desean dominar el continente. Para refrenar el avance de los partidos comunistas en Europa, desde 1947 los gobiernos estadounidenses aplican una política intervencionista apoyada en los servicios secretos, principalmente en la CIA.

Por una parte, se trata de desarrollar un grupo de élites pro estadounidenses mediante el Plan Marshall, secundado en Francia por el Comisariado del Plan y, por otra, de financiar a los intelectuales anticomunistas. Ese proyecto de diplomacia cultural toma cuerpo con la fundación del Kongress für Kulturelle Freiheit (Congreso por la Libertad de la Cultura), que agrupa a figuras por lo general implicadas en diversas operaciones de injerencia estadounidense en Europa (comisiones de modernización, proyecto de una Europa federal...).

Financiado en secreto durante 17 años por la CIA hasta el escándalo de 1967, el Congreso por la Libertad de la Cultura constituye la punta de lanza de la diplomacia cultural estadounidense de la posguerra. Intelectuales, escritores, periodistas, artistas se reúnen para elaborar un programa diplomático cuyo objetivo es la derrota ideológica del marxismo. Revistas, seminarios mediatizados, programas de investigación, la creación de becas universitarias, el desarrollo de redes de relaciones informales permiten que la organización ejerza un verdadero impacto en los medios universitarios, políticos, artísticos...

Durante 25 años, el Congreso por la Libertad de la Cultura recluta intelectuales para construir redes duraderas de injerencia en Europa, especialmente en Francia, país designado como uno de los objetivos prioritarios de Washington. Tales redes sobrevivieron a la disolución de la organización y fueron reactivadas actualmente por el gobierno de Bush.

Hoy constituyen la caja de resonancia europea de la diplomacia cultural trazada por los neoconservadores y por los neoliberales estadounidenses, ellos mismos salidos de las filas del Congreso por la Libertad de la Cultura.

El surgimiento del Kongress für Kulturelle Freiheit
El Kongress für Kulturelle Freiheit surgió en junio de 1950 en Berlín en la zona de ocupación estadounidense. El secretario general de la reunión, Melvin Lasky, es un periodista neoyorquino que reside en Alemania desde finales de la guerra. Militante de la izquierda antiestalinista, pasa a ser redactor en jefe de Der Monat (El mes), revista creada en 1947 con el apoyo de la Office of Military Government of the United-States y particularmente del general Lucius Clay, «procónsul» de la zona de ocupación estadounidense en Alemania.

Melvin LaskyApoyado por un comité «no oficial e independiente», Melvin Lasky trata de agrupar a intelectuales liberales y socialistas en una organización única, una «internacional» anticomunista. El comité de apoyo incluye a personalidades como el filósofo alemán Karl Jaspers, el socialista francés Léon Blum, a escritores franceses como André Gide y François Mauriac, a profesores universitarios como Raymond Aron y a intelectuales estadounidenses como James Burnham y Sidney Hook, principales teóricos de los New York Intellectuals. Aunque el Congreso reúne a personalidades del mundo entero, incluido el Tercer Mundo, su campo de acción es exclusivamente europeo.

El Congreso por la Libertad de la Cultura es controlado por intelectuales estadounidenses, en su mayoría trotskistas neoyorquinos como Sol Levitas, animador de la publicación New Leader, y Elliot Cohen, fundador de Commentary [1], así como por partidarios de la Europa Federal (Altiero Spinelli, Denis de Rougemont...).

Por detrás de la fachada pública, las instancias dirigentes del Congreso mantienen múltiples conexiones con las redes de injerencia estadounidense de la posguerra: la administración del plan Marshall y también el American Comittee for United Europe (ACUE).

Creado durante el otoño de 1948 con el apoyo de personalidades gubernamentales (Robert Paterson, secretario de Guerra, Paul Hoffman, Jefe de la administración del Plan Marshall, Lucius Clay), y financiado por la CIA, el ACUE se encarga de promover la construcción de una Europa federal, de acuerdo con los intereses de Washington [2].

Este acercamiento es incluso reivindicado públicamente en 1951, cuando Henri Freney, en nombre del ACUE, se reúne con carácter oficial con los responsables del Congreso por la Libertad de la Cultura.

Un manifiesto: la era de los organizadores de James Burnham
El Congreso por la Libertad de la Cultura se basa en un manifiesto, la obra de James Burnham publicada en 1941: The managerial revolution [3]. Este libro plantea el surgimiento de una nueva ideología: la retórica tecnocrática.

Contra la filosofía marxista de la Historia, basada en la lucha de clases, James Burnham insiste en el fracaso económico e ideológico de la Unión soviética y anuncia el advenimiento de la «la era de los managers». En su criterio, tanto en el Este como en Occidente, una nueva clase dirigente posee el control del Estado y de las empresas; dicha clase, llamada de los directores, enfoca de manera nueva la distinción entre capital y trabajo.

James Burnham, por tanto, rechaza indirectamente las tesis marxistas de la filosofía de la historia (al afirmar que la dicotomía capital/salario es ya obsoleta) y la perspectiva de la victoria de las democracias parlamentarias (al pretender que la decisión pase del Parlamento a las oficinas). De hecho, los políticos y los propietarios tradicionales son reemplazados gradualmente por una nueva clase de técnico, de managers.

Con esta teoría, que debe recordarse es el movimiento tecnocrático de los «sinarcas» en los años 30, Burnham se erige en vocero de una visión alternativa del futuro «ni de izquierda, ni de derecha» según la expresión de Raymond Aron. Y ése es precisamente el objetivo: enrolar en la cruzada anticomunista a los conservadores y, sobre todo, a los intelectuales de la izquierda no comunista. Esas tesis son inseparables de la trayectoria social del autor.

Hijo de un dirigente de una compañía de ferrocarriles, después de estudiar en Oxford y Princeton, James Burnham se da a conocer con la creación de la revista Symposium. Abandonando la filosofía tomista, se interesa por la traducción de la primera obra de Trotski, The history of the russian revolution (La historia de la revolución rusa). Conoce a Sidney Hook y se enfrasca en actividades políticas trotskistas con la fundación en 1937 del Socialist Workers Party.

Al cabo de un período de militancia (participa en la IV Internacional), una polémica con Trotski sirve de punto de partida para su conversión política. Así, en 1950, participa en la creación del Congreso por la Libertad de Cultura en Berlín, donde ocupa cargos importantes hasta fines de los años 60. No obstante, a pesar de su participación en las redes del Congreso, «marcado» por su pasado revolucionario, James Burnham pierde su cargo universitario durante el período del maccartismo.

Es en el marco de ese viraje político -del trotskismo a la lucha anticomunista- que James Burnham escribe The managerial revolution, que constituye un instrumento práctico de conversión (tanto para su autor como para los demás miembros del Congreso, a menudo provenientes también de los círculos trotskistas, en especial los New York Intellectuals [4]).

La importación-exportación de la retórica de la Tercera Vía
La retórica de la Tercera Vía («el fin de las ideologías», «la competencia técnica de los dirigentes») agrupa en toda Europa Occidental a grupos políticos que participan en las actividades del Congreso, verdadero think tank [centro de investigación, de propaganda y divulgación de ideas, generalmente de carácter político] encargado de elaborar una ideología anticomunista aceptable en Europa, tanto por la derecha conservadora como por la izquierda socialista y reformista.

En Francia, tres corrientes políticas colaboran con el Congreso: los militantes del ex RDR (Roussy y Altman), los intelectuales gaullistas (partidarios del famoso general francés De Gaulle) de la revista Liberté de l’esprit (Libertad del espíritu) como el escritor francés Malraux, y los federalistas europeos.

La doctrina oficial del Congreso es sobre todo elaborada por los New York Intellectuals. Sus publicaciones son difundidas en los países europeos por «pasadores» transatlánticos que garantizan el traslado de esa información como ocurre con Raymond Aron, quien desde un inicio se vinculó con la traducción del libro L’ère des organisateurs (La era de los organizadores); Georges Friedmann, quien retoma las tesis de Daniel Bell, autor de The end of ideology (El fin de la ideología) publicada en 1960...

En Francia, esos «pasadores» son esencialmente intelectuales relativamente marginados en los medios universitarios; el Centro de Estudios Sociológicos (CES) constituye una de las canteras de reclutamiento del Congreso, en la estela del Comisariado del Plan [5].

Los planificadores, en efecto, atribuyen la mayor parte de los créditos de investigación a los economistas y sociólogos que desean enrolar con el objetivo de legitimar sus decisiones. De ese modo, Edgar Morin, Georges Friedmann, Eric de Dampierre, investigadores del CES, están presentes en el Congreso aniversario de 1960.

Edgar MorinLos intelectuales franceses del Congreso tienen su medio de expresión en la revista Preuves (Pruebas), equivalente francesa de Der Monat (El Mes). El reclutamiento es garantizado por el delegado parisino al Congreso, cargo que ocupa un intelectual neoyorquino, Daniel Bell, quien otorga créditos de investigación y becas de estudio (en los Estados Unidos) a jóvenes intelectuales europeos a cambio de su colaboración en la lucha anticomunista.

Esa eficaz estrategia de reclutamiento culmina en la «desmarxización» (según la expresión utilizada por Domenach, director de Esprit) de determinados círculos intelectuales más o menos vinculados al Partido Comunista.

Raymond Aron: un intelectual de la primera generación
Raymond Aron, implicado en las actividades francesas del Congreso hasta el escándalo de 1967, es el importador de las tesis de los New York Intellectuals. En 1947 hace traducir el libro de su amigo James Burnham (el socialista Léon Blum hace el prólogo de la primera edición de L’ère des organisateurs) y organiza la difusión de las teorías de la Tercera Vía.

Después de la publicación de L’homme contre les tyrans (El hombre contra los tiranos) en 1946 y del Grand schisme (El gran cisma) en 1948, verdaderos manifiestos de los conservadores franceses, Raymond Aron se incorpora a las redes del Congreso desde su creación en Berlín en 1950.

Fuertemente implicado en sus estructuras de decisión, en plano de igualdad con Michel Colliny y Manès Sperber, Raymond Aron es también reconocido como uno de los principales teóricos de «la Internacional» anticomunista.

En 1955, en la conferencia internacional de Milán, es uno de los cinco oradores que intervienen en la sesión de apertura (conjuntamente con Hugh Gaitskell, Michael Polanyi, Sidney Hook y Friedrich von Hayek [6]).

Ese mismo año publica L’opium des intelectuales (El opuim de los intelectuales), texto inspirado en las ideas de James Burnham, donde denuncia la neutralidad de los intelectuales de la izquierda no comunista. En 1957, redacta el prefacio de La révolution hongroise, Histoire du soulèvement (La revolución húngara, Historia de una revuelta) de Melvin Lasky y François Bondy, dos importantes figuras del Congreso.

Nacido en 1905, en «una familia de la burguesía media del judaísmo francés» [7], Raymond Aron, normalista (1924), profesor agregado (1928), en vísperas de la II Guerra Mundial cursa una carrera de filosofía. En 1948, a pesar del éxito de las tesis fenomenológico-existencialistas, no es seleccionado para suceder a Albert Bayy en la universidad de la Sorbona y se ve obligado a aceptar cargos, relativamente poco prestigiosos, en escuelas gubernamentales (ENA, IEP París).

Paralelamente a ese revés, asume posiciones importantes en el sector periodístico (es editorialista del diario parisino Figaro de 1947 a 1977, labora en la revista L’Express hasta su muerte en 1983) y en la esfera política (en 1945, es miembro del gobierno del general De Gaulle).

Esta conversión a la «derecha» (en vísperas de la guerra, Aron es un intelectual socialista), en momentos en que Sartre domina el escenario intelectual, se ve intensificada por su participación en las redes del Congreso y por su participación activa en las comisiones de modernización organizadas por la Asociación Francesa para el Crecimiento de la Productividad, creada en 1950 con carácter adjunto al Comisariado del Plan.

La fabricación de un intelectual «pronorteamericano»: la trayectoria política de Michel Crozier
Michel CrozierMichel Crozier, otro miembro del dispositivo, puede ser considerado como un producto fabricado por las redes del Congreso, al que se integra a fines de los años 50; su recorrido refleja las formas en son utilizados los jóvenes intelectuales en el marco de la diplomacia cultural estadounidense.

A principios de los años 50, Michel Crozier es un joven intelectual conocido gracias al éxito de un artículo publicado en Les temps modernes, la revista dirigida por Sartre. En ese texto, titulado «Human engineering», el autor ataca virulentamente el New Deal, condena el enrolamiento de los científicos y denuncia los métodos del patronato.

El artículo es fundamentalmente «antinorteamericano», «ultraizquierdista». Michel Crozier participa además en «Socialisme et Barbarie», grupo dirigido por Cornelius Castoriadis y funda La tribune des peuples (La Tribuna de los Pueblos), una revista tercermundista; lo apoya Daniel Guérin, un trotskista francés.

En 1953, Michel Crozier rompe con las redes del trotskismo francés e ingresa en el grupo Esprit, donde publica un artículo criticando a la intelectualidad de izquierda. Esa ruptura es reforzada por el encuentro en 1956 con Daniel Bell, delegado parisino del Congreso. Este último le facilita a Crozier una beca de estudios en Stanford. [8]

En 1957 participa en el congreso de Viena. Su intervención en el sindicalismo francés se publica en Preuves.

Como parte de las redes de los pasadores, Michel Crozier participa en las comisiones de modernización y se convierte, junto con Raymond Aron, en uno de los principales ideólogos de la Tercera Vía. Redacta una parte del manifiesto del club Jean Moulin [9], agrupación de personalidades allegadas a los planificadores (Georges Suffert, Jean Ripert, Claude Gruson). Dicho texto resume fielmente las directivas de la propaganda de la Tercera Vía: fin de las ideologías, racionalidad política, participación de los obreros en la gestión de la empresa, desvalorización de la actividad parlamentaria y promoción de los tecnócratas...

En 1967, gracias al apoyo de Stanley Hoffmann (colaborador de Esprit y fundador del Center for European Studies), Michel Crozier es reclutado en Harvard. Entra en contacto con Henry Kissinger y Richard Neustadt, ex asesor de Truman, autor del best-seller The power of presidency. Por intermedio de un club organizado por Neustadt, Michel Crozier se reúne con frecuencia con Joe Bower, el protegido de MacGeorge Bundy, jefe del Estado Mayor de Kennedy y de Johnson y presidente del staff de la Fundación Ford.

Después del escándalo de 1967, Michel Crozier, intelectual «pronorteamericano» fabricado por el Congreso, es una de las figuras solicitadas para reconstruir la organización anticomunista.

Del Congreso por la Libertad de la Cultura a la Asociación Internacional por la Libertad de la Cultura
En 1967 estalla de hecho el escándalo del financiamiento oculto del Congreso por la Libertad de la Cultura, hecho público en plena guerra de Vietnam por una campaña de prensa. No obstante, desde 1964, el diario New York Times había publicado una investigación sobre la fundación Fairfield, principal proveedor oficial de empréstitos del Congreso, y sus vínculos financieros con la CIA.

En esa época, la agencia de inteligencia estadounidense, por intermedio de James Anglyon [10], trató de censurar las referencias al Congreso.

Los dirigentes del Congreso hacen una limpieza en la organización con la ayuda de la Fundación Ford que, desde 1966, asume todo el financiamiento. Con motivo de esa reorganización, MacGeorge Bundy propone a Raymond Aron presidir la reconstrucción del Congreso; éste se niega en 1967, alarmado por el escándalo desencadenado en Europa.

Ese año, a pesar de una campaña de calumnias organizada por los servicios secretos [11], un artículo de la revista Ramparts provoca una ola de escándalos sin precedentes en la historia del Congreso por la Libertad de la Cultura.

Thomas Braden (llegado a la CIA en 1950, encargado de organizar la División Internacional de Oposición al Comunismo) confirma el financiamiento oculto del Congreso en un artículo con título provocador: «Me siento orgulloso de que la CIA sea amoral».

Después de los sucesos de Mayo de 68, Jean-Jacques Servan-Schreiber, una de las figuras principales del club «Jean Moulin», autor de un ensayo conocido del otro lado del Atlántico (el best-seller Le défi américain (El desafío americano) publicado en 1967), viaja a Princeton como «quasi-Jefe-de Estado [...] acompañado por una corte que sorprenderá a de más de una persona» [12].

Michel Crozier es encargado de redactar las conclusiones del seminario de Princeton para la prensa internacional (el seminario de Princeton es la primera reunión de la Asociación Internacional).

A partir de 1973, MacGeorge Bundy reduce gradualmente las actividades de la Fundación Ford en Europa. La Asociación Internacional pierde su influencia y deja de existir (a pesar de la creación de organizaciones paralelas) en 1975, fecha de la firma de los acuerdos de Helsinki.

Al igual que el Plan Marshall, la ACUE y el ala militar del stay-behind, el Congreso por la Libertad de la Cultura contribuyó a instalar de manera estable en Europa, en el contexto de la Guerra Fría, a elementos dependientes de los créditos norteamericanos encargados de llevar a la práctica la diplomacia injerencista concebida en Washington.

Esta colaboración continúa hoy en Francia por medio de la ayuda brindada por las fundaciones estadounidenses a los intelectuales de la nueva Tercera Vía francesa.

Denis Boneau
Periodista francés, miembro de la sección francesa de la Red Voltaire



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[1] Commentary es la revista casi-oficial del Congreso por la Libertad de la Cultura.

Fue dirigida por Irving Kristol de 1947 a 1952, después por Norman Podhoretz de 1960 a 1995, quienes son actualmente dos figuras clave del movimiento neoconservador estadounidense. El hijo de Irving Kristol, William Kristol, dirige actualmente la revista de los «neo-cons», el Weekly Standard.

[2] Rémi Kauffer, «La CIA finance la construction européenne», Historia, 27 de febrero de 2003.

[3] James Burnham, The managerial revolution or what is happening in the world now, New York, 1941. L’ère des organisateurs, Ediciones Calmann-Lévy, 1947.

[4] Joseph Romano, «James Burnham en France: L’import-export de la "révolution managériale" après 1945 », Revue Française de Science Politique, 2003.

[5] El Comisariado del Plan, creado en 1946 con el objetivo de organizar la distribución de los créditos del Plan Marshall (ala económica de la diplomacia estadounidense de la posguerra), con el impulso de Jean Monnet permitió desarrollar la colaboración entre los altos funcionarios franceses y los diplomáticos estadounidenses. Etienne Hirsch, sucesor de Jean Monnet, crea instancias de «concertación», diversos organismos que agrupan a profesores universitarios, sindicalistas, altos funcionarios... De ese modo, los planificadores se unen a las personalidades vinculadas a los intereses de Washington y se enfrascan en una labor de promoción del «modelo norteamericano», en especial mediante clubes políticos como el club Jean Moulin (Georges Suffert, Jean-Jacques Servan-Schreiber), el club Citoyens 60 (Jacques Delors) y el círculo de Tocqueville (Claude Bernardin).

[6] En 1947 Hayek participa activamente en la fundación de la Société du Mont-Pèlerin. Casa matriz de los think tanks neoliberales, la organización, apoyada por el Institute of Economic Affairs (1955), el Centre for Policy Studies (1974) y el Adam Smith Institute (1977), agrupa a los principales artífices de la victoria de Margaret Thachter en 1979. Ver el libro de Keith Dixon, Les évangélistes du marché, Raisons d’agir, 1998. Ver la nota de la Red Voltaire en francés sobre la Sociedad del Monte Peregrino.

[7] Raymond Aron, Mémoires, 50 ans de réflexion politique, Julliard, 1983.

[8] Michel Crozier, Ma belle époque, Mémoires, Librairie Arthème Fayard, 2002.

[9] Manifeste du Club Jean Moulin, L’État et le citoyen, Seuil, 1961.

[10] James Angleton, miembro de la CIA, participó en las operaciones del stay-behind en Europa. Fue el jefe X2 del contraespionaje y en esa ocasión fue encargado de entrar en contacto con Henri Ribière, jefe del SDECE, los servicios secretos franceses. Ver «Stay behind : como controlar las democracias Las redes estadounidenses de desestabilización y de injerencia».

[11] Frances Stonor Saunders, Qui mène la danse ? La CIA et la guerre froide culturelle, Ediciones Denoël, 2003.

[12] Pierre Grémion, Intelligence de l’anticommunisme, Le Congrès pour la liberté de la culture à Paris, 1950-1975, Arthème Fayard,

23 November 2006

ALFREDO GRIMALDOS : “La Transición española se diseñó en la sede central de la CIA”




ALFREDO GRIMALDOS: PERIODISTA Y ESCRITOR

El pasado 20 de noviembre se cumplía el 31º aniversario de la muerte de Franco. No faltaron en los medios las celebraciones por el actual sistema democrático en contraste con la dictadura anterior. Sin embargo, frente al discurso dominante, cada vez son más las investigaciones que hacen hincapié en los aspectos más silenciados del cambio de régimen. Alfredo Grimaldos ha investigado el papel de la CIA en este proceso: desde las simpatías con Franco a la relación con el PSOE, pasando por su apoyo al 23-F. Y habla sobre la inmunidad que aún posee la agencia, como revelaron los más de 100 vuelos ilegales en territorio español.

ALFREDO GRIMALDOS, autor del libro La CIA en España / Luis CisnerosCon su último libro, La CIA en España, Grimaldos incide en el papel que tuvieron los servicios secretos estadounidenses para desactivar la posibilidad de un cambio social profundo tras la muerte de Franco. Según apunta, la agencia ha marcado en buena medida los acontecimientos políticos recientes. Además, su presencia se mantiene. El control apenas existe sobre las bases estadounidenses en la península. Y no por casualidad, en septiembre de este mismo año la Unión Europea reprobaba al Gobierno español sus obstáculos a la investigación de los vuelos ilegales de la CIA en aeropuertos españoles.

DIAGONAL: ¿Qué papel real tuvo la CIA durante la Transición?

ALFREDO GRIMALDOS: Antes había presencia de la CIA, pero todo esto comienza en los años ‘70. Cuando Nixon se ve con Franco, se encuentra a una persona muy deteriorada, que incluso se queda dormido mientras le hablan. Entonces Nixon se preocupa: “¿Qué va a pasar cuando éste muera?”, se pregunta. Hay que tener en cuenta que en ese momento, en medio de la Guerra Fría, España es una plaza estratégica muy importante y Franco es un aliado contra el comunismo. Por eso los americanos ven necesario tutelar el proceso. Y más aún tras la Revolución de los Claveles en Portugal.

D.: ¿Qué pasos comienzan a darse?

A. G.: Yo digo que la Transición española se diseña en la sede central de la CIA. Los americanos tutelan todo el proceso. Toman contacto con todos los sectores: con los servicios de información, con los altos mandos del Ejército e incluso, y esto está acreditado, con Carrillo. Y después de hablar con él se tranquilizan, les dice que está por el cambio pacífico, que no va a pasar nada grave.

D.: Uno de los aspectos que más se intenta entonces es reorientar a la oposición.

A.G.: Aquí es clave sobre todo la refundación del PSOE. El Partido Socialista histórico ya no representaba a nadie, no contaba con peso sobre lo que se estaba cociendo aquí, ni en la lucha antifranquista cotidiana. Tenía mucho más protagonismo el comunismo tradicional, el PCE, y movimientos anarquistas por otro lado. En el Congreso de Suresnes, en 1974, lo que hacen es reinventarse un partido aprovechando unas siglas históricas. El PSOE del que hacen secretario general a Felipe González es un PSOE inventado. El dinero y la cobertura política lo pone fundamentalmente el partido socialdemócrata alemán, que canaliza también dinero de la CIA. Los mismos miembros del Servicio de Inteligencia español, el SECED, toman contacto con el PSOE. E incluso escoltan hasta Suresnes a Felipe González, le dan la documentación y le llevan. Estamos hablando del SECED, el servicio de Carrero Blanco. Y el militar José Faura, que acompañó a González, pasa a ser jefe del Estado Mayor del Ejército en el ‘94, con González ya en el poder.

Reprimir la República

D.: ¿En qué medida sucede algo similar con el Partido Comunista?

A.G.: Bueno, hay que tener en cuenta que Carrillo es un personaje algo turbio. En 1977 es el primer líder comunista que visita EE UU, que es recibido allí en loor de multitudes y es nombrado doctor Honoris Causa. Lo que hace Carrillo es aceptar la Transición impuesta desde arriba, el rey como heredero de Franco y contribuye decisivamente a acabar con quienes peleaban por la ruptura democrática. En 1977, cuando los legalizan, asumen la bandera monárquica y a partir de ese momento la consigna es reprimir la bandera republicana. Conservo todavía una bandera republicana rota por varios trozos por los servicios de seguridad del PCE.

D.: ¿Qué peso tuvo la CIA en episodios concretos, como el 23-F?

A.G.: Está claro que la CIA lo sabía. En 1981 se encontraba aquí. El ejemplo lo tienes en el edificio donde estaba ubicado el departamento de contrainteligencia y el alto Estado Mayor de Inteligencia: el alquiler lo pagaba la CIA. Los agentes españoles por la mañana trabajaban para la patria y por la tarde para la CIA. Y la CIA está al tanto de todo lo que pasa. El comandante José Luis Cortina, la persona que coordinaba la operación, era un hombre muy vinculado a los servicios norteamericanos. Las dos últimas visitas que hace antes de que Tejero entre al Congreso es al nuncio del Vaticano, Monseñor Antonio Inocenti; y al embajador de EE UU en Madrid, Tenence Todman. Como siempre, el Imperio y la Iglesia santifican el golpe. Ese día, desde primeras horas de la mañana, un contingente de la VI flota norteamericana se encuentra de operaciones cerca de la costa de Valencia. Cuando todavía no está resuelto el golpe y parece que puede ir adelante, hacen gracia las declaraciones del secretario de Estado norteamericano, Alexander Haig, cuando asegura que ‘el asalto al Congreso de los Diputados es un asunto interno de los españoles’.

D.: ¿La CIA era consciente de que el golpe iba a fallar?

A.G.: Bueno, hay que tener en cuenta que el 23-F es un golpe muy extraño. El golpe lo apoyan. La CIA tenía contactos con los golpistas y conocía el estado de opinión de los cuarteles. Pero otros sectores también están pendientes de si el golpe funciona o no. Aquí hay una actitud muy ambigua por parte de la Casa Real. A últimas horas de la noche, cuando se ve que el golpe no tira para adelante, alguien dice haber encontrado un telegrama dirigido al capitán general Jaime Milans del Bosch, uno de los promotores del golpe. En él se lee: ‘Jaime, a partir de este momento vas contra la Corona’. Que es como decir: ‘Jaime, ahora no damos el golpe, sino que salvamos a España de vosotros’.

D.: Y el rey sale muy fortalecido después de ese día.

A.G.: El rey sigue donde está no por su actuación. Hay una gran cantidad de libros que dejan al rey muy en entredicho. ¿Por qué sigue? Por el control absolutamente férreo que existe de los medios de comunicación. Si los medios se pasasen un puente, cuatro o cinco días, publicando todas las actuaciones del rey el 23-F y todas sus chorizadas, cuando llegase el lunes la Monarquía se habría acabado. El ‘juancarlismo’ se alimenta de la ignorancia, del mito y la desinformación.

D.: ¿Qué presencia mantiene todavía la agencia?

A.G.: Yo he investigado sobre todo hasta principios de los ‘80. Analizo el primer gran ciclo. Ese ciclo termina una vez que muere Franco y cuando ven que han amarrado bien la Transición. A su sucesor le dan el visto bueno. Juan Carlos I es el candidato de la CIA. Viaja varias veces a EE UU antes de llegar al trono y su primer viaje internacional también es a EE UU. Y finalmente llega el Gobierno socialista, que ellos mismos han reinventado; es el que se encarga de meter a España en la OTAN. Con eso se cierra ese ciclo. Ahora es diferente, pero por lo que se ve siguen haciendo lo que quieren. Las bases nadie las controla. Y suponen una plataforma de agresión contra Oriente Medio. Con el asunto de los vuelos de la CIA se hizo una lista de los todos los que participaron en el vuelo; pues bien, resulta que tenían todos cobertura diplomática. Por mucho que diga Zapatero, aquí no hay voluntad política para esclarecer lo que ha pasado. Siguen haciendo lo que les viene en gana.

19 November 2006

Efectivamente, Pedro J. Ramírez alentó la guerra sucia contra los militantes de ETA






inSurGente

Después de conocer el pasaje del libro del ex general de la Guardia Civil y connotado criminal Enrique Rodríguez Galindo en el que se dice que Pedro J. Ramírez alentó la creación de los GAL, el periodista de El Plural que firma M.M. se pasó el día de ayer tirando de hemeroteca, contrastando la grave acusación. Su trabajo tuvo resultados positivos.
Efectivamente, el actual director de El Mundo hizo apología de la guerra sucia contra los miembros de la organización armada vasca desde las páginas de Diario 16, el periódico que dirigía entonces y que era propiedad del difunto Juan Tomás de Salas, otro prenda, éste acusado de trabajar al servicio de la CIA.

A principios de la década de los 80, Pedro J. Ramírez justificaba la guerra sucia contra ETA. Hablaba entonces de que no era “tiempo de andarse con remilgos” y abogaba por la “caza” del terrorista. “Para estos cómodos vigilantes de la doble moral sería bueno que la policía acabara por todos los medios con el terrorismo, pero sin que la sociedad se enterara demasiado de la sangre, el sudor y las lágrimas que cuesta defenderla”, pontificaba Ramírez en un editorial publicado el 20 de abril de 1982 en Diario 16, el periódico que dirigía entonces.

También en artículos firmados con su nombre se expresaba en términos similares. El 23 de octubre de 1983, ya con Felipe González al frente del Gobierno, escribió que era un Ejecutivo de personas sensatas y moderadas, al mostrarse a favor de la guerra sucia contra ETA, aunque sin estar “dispuesto a admitir que existe”.

“A Barrionuevo no habría que cesarle por estar consintiendo acciones irregulares en el sur de Fran cia, sino por cosechar tan pocos éxitos, a pesar de la infinita buena voluntad con que ejerce el cargo. ¿Existe alguna fuerza política o social de cierta relevancia dispuesta a reclamar la cabeza de González por esta circunstancia? Desde luego que no”, sostenía el 23 de octubre de 1983.

Desde principios de los 80, su periódico mantuvo una línea editorial inequívoca en este sentido: acabar con ETA de la forma que fuera. Diario 16 llegó a cuestionar editorialmente los derechos humanos de “las bestias”:

“A las bestias se las encierra tras los barrotes más gruesos que existan en la celda. Para ello, primero se las caza mediante todo tipo de tretas. Y si en la aventura muere alguna, mala suerte (o buena suerte). La muerte de ETA es nuestra vida. No hay derechos humanos a la hora de cazar el tigre. Al tigre se le busca, se le acecha, se le acosa, se le coge y, si hace falta, se le mata. Podrían caer cincuenta etarras en combate y las manos de España continuarán limpias de sangre humana… A los policías que disparen contra ellos se les recibirá como a valientes…” (23 marzo de 1981)

“La lucha contra ETA debe planearse como una campaña de ‘desratización’ aplicando una serie de técnicas tan viejas como la historia del mundo...” (15 de abril de 1981)

Un año después, el 20 de abril de 1982, otro editorial de Diario 16 justificaba sin ambages el llamado terrorismo de Estado y aseguraba que no era “mancharse las manos, sino limpiarlas de la sangre con que estos bárbaros la salpican”.

En 1983, en otro editorial pidió que se cerraran filas “en torno a este buen Gobierno que tenemos formado por hombres competentes y patriotas”. Pedro J. aseguró entonces que “sus aciertos en la lucha antiterrorista deben recibir aplauso, y sus errores comprensión”. También aseguró que el Estado español tenía “legitimidad moral para recurrir a métodos irregulares” y proclamó que sólo se podían pedir responsabilidades políticas de estas prácticas fuera de la ley “por haber fallado”.

También Carlos Dávila

Carlos Dávila, también avaló en las páginas de Diario 16 la guerra sucia. “El GAL no existiría si ETA no hubiera asesinado a más de quinientos ciudadanos de toda condición en España. Ni el Batallón Vasco-Español, ni la efímera ATE , ni ahora el GAL pueden igualar el siniestro balance de víctimas de ETA”, señalaba el 12 de enero de 1984.

15 November 2006

Memoria histórica para conquistar el futuro. 18-N 2006 República, Autodeterminación y Socialismo




Este año se conmemora el 70º aniversario del comienzo de la Guerra Civil. Durante el primer tercio del siglo XX en el Estado español la agudización de las contradicciones de clase provocó que la conflictividad entre trabajo y capital alcanzase una dimensión tal que la burguesía y terratenientes optaron por el militarismo y los grupos fascistas para aniquilar los avances que se avecinaban en beneficio del pueblo y en contra de sus intereses.

Todo esto condujo al levantamiento golpista del 18 de julio de 1936 en que gran parte del Ejército, apoyado por los sectores reaccionarios de la sociedad, combatió y derrotó a las organizaciones progresistas y revolucionarias que sostuvieron una heroica lucha durante 3 años.

El resultado de la contienda fue una dictadura nacional-católica de casi 40 años dirigida por Francisco Franco, en la cual los derechos democráticos fueron suprimidos, la represión contra el movimiento obrero fue feroz, existiendo además importantísimos retrocesos sociales, condenando a la mujer a un papel de total sumisión a un sistema patriarcal, convirtiendo al Estado español en una gigantesca prisión de mentalidad reaccionaria. El balance represivo de estos años es aterrador: 200.000 asesinados, cifra que cada día asciende a medida que se descubren nuevas fosas comunes, más de 1.000.000 de personas que sufrieron humillaciones, vejaciones y torturas por el sistema penitenciario franquista, cientos de miles de exiliados… Una generación entera de antifascistas eliminada de la vida política.

La derrota en la Guerra Civil no supuso el fin de la resistencia organizada, llegando esta a su máximo apogeo en los años 70. Este momento de agitación social, añadida a la desaparición física del dictador, supuso que los sectores mejor posicionados del Movimiento Nacional, con la connivencia de la Monarquía, estrechamente ligada al régimen, optasen por una modificación sustancial del sistema desde dentro dando lugar a la actual Constitución Monárquica.

La llamada transición democrática fue en realidad un instrumento mediante el cual las clases dominantes franquistas domaron a los principales partidos opositores, tolerando su presencia en la vida política pública a cambio de la imposición del régimen monárquico y las ligazones políticas con el franquismo que esto conllevaba, personalizadas especialmente en la jefatura del Estado de Juan Carlos I de Borbón, heredero nombrado por el dictador Franco y cómplice de los últimos asesinatos del tardofranquismo, manteniendo todavía una inusitada impunidad pese a ser directísimo responsable de estos crímenes.

Este año ha sido aprobada la llamada Ley de Memoria Histórica, una ley de “punto y final”, que condena institucionalmente el franquismo. Esta ley es insuficiente, siendo un intento de buscar el perdón y la “concordia nacional” por la vía rápida. Se contenta con indemnizaciones a las familias de los represaliados y la retirada de estatuas y cierta simbología franquista de edificios propiedad de la Administración Pública.

Para los colectivos integrantes de la Coordinadora Antifascista de Madrid, esto no es memoria histórica.
Memoria histórica significa depuración y fin de la impunidad, la memoria de la lucha del pueblo contra la burguesía, el legado que tiene continuidad por su vigencia en la lucha por la república, la autodeterminación de los pueblos y el socialismo.

La represión fascista sigue vigente para todo aquel que cuestione los pilares fundamentales del actual sistema político de democracia continuista burguesa.

Los grupos nazis continúan dando palizas a jóvenes, mendigos, inmigrantes, homosexuales, gentes de izquierda...ante la pasividad policial. En los últimos meses, en Madrid, los ultraderechistas han herido a una veintena de personas, algun@s de ell@s graves.

La justicia, con macrosumarios como el 18/98 que criminaliza movimientos sociales de un pueblo entero o la Ley de Partidos que borra del espacio “democrático” de participación política a aquellas organizaciones cuyos planteamientos políticos cargan contra el ordenamiento territorial del Estado o el sistema constitucional, evidencia su carácter netamente antidemocrático.

Las prisiones del Estado, verdaderos centros de exterminio donde las torturas están a la orden del día, están repletas de presos políticos que sufren políticas de aislamiento y distanciamiento de sus lugares de origen, lo cuál no sólo va en su perjuicio sino también en el de sus familiares y amigos, violándose así los derechos humanos más elementales. Por ello debemos recordar a tod@s los presos políticos tanto antifascistas, anarquistas, comunistas, como independentistas, por su valor y por su condición de prisioneros.

Los pueblos del Estado español (Euskadi, Cataluña, Galicia, Canarias, Castilla…), siguen sin posibilidad de decidir colectivamente su futuro. Hoy la indisoluble unidad del Estado se encuentra blindada por la Constitución Monárquica. Quienes defienden un proyecto de construcción nacional son criminalizados y perseguidos como el peor de los delincuentes. El derecho de autodeterminación es el derecho democrático que deben tener todos los pueblos para elegir libremente su forma de organización como tales.

El capitalismo se ve defendido por la Carta Magna del 78. Esto significa precariedad, imposibilidad de acceder a una vivienda, siniestralidad laboral, etc, contradicciones normales de un sistema en el que el beneficio empresarial es lo que cuenta, por encima de los intereses del pueblo trabajador.

La lucha por la III República no significa para nosotros simplemente sustituir una Monarquía Parlamentaria por una Democracia Liberal presidencialista, significa un cambio radical de la totalidad de las estructuras del estado, bajo los pilares de la lucha anticapitalista por el socialismo, la libertad de los pueblos y la lucha antipatriarcal.

Por último, también queremos recordar el 70º aniversario de la muerte de Buenaventura Durruti en Madrid, un ejemplo de luchador revolucionario, que murió trabajando por la defensa de nuestra ciudad en contra de las tropas reaccionarias enviadas por la burguesía y el fascismo.
Con el recuerdo de los luchadores antifascistas de ayer, los antifascistas de hoy debemos conquistar el futuro.

El presente es de lucha, el mañana es nuestro.

MANIFESTACIÓN ANTIFASCISTA
SÁBADO 18 NOVIEMBRE 2006
20:00H CIBELES-SOL

COORDINADORA ANTIFASCISTA DE MADRID

14 November 2006

FAHRENHEIT 451:El Alto el fuego de ETA




Allá por mayo, Fahrenheit 451 recogió este artículo escrito por Mariano Pujadas sobre el panorama que se abría con el alto el fuego de ETA. Medio año después hemos visto el interés de una relectura. En nuestra opinión, el autor daba entonces en la diana y el paso del tiempo va confirmando la lucidez de su análisis.
ALTO EL FUEGO DE ETA: CONFLICTOS INTERBURGUESES Y COMBATE DE CLASES POR LA HEGEMONÍA IDEOLÓGICA

En el circo mediático, los canales de televisión no informan, sólo preparan las condiciones ideológicas para que las fuerzas político-económicas burguesas a las que representan ganen puntos en este proceso abierto tras el anuncio de ETA de alto el fuego permanente.
En el estado español pocos saben lo que realmente pasa, la mayoría de la gente apenas sabe lo que los intereses electoralistas de cada sector de la burguesía permiten que se sepa. Unos (el PSOE y sus aliados coyunturales) hablan de "esperanza y cautela", otros (el PP y sus aliados coyunturales) de "tregua-trampa". Por su parte, la izquierda abertzale también trabaja para que el otro sector social, la clase oprimida (en este caso de Euskal Herria), fortalezca su poder político.
A pesar de la complejidad de este escenario debemos intentar extraer los elementos principales que nos permitan entender lo que está ocurriendo y afrontar el debate en las mejores condiciones posibles.

¿Qué busca ETA?

Por un lado, agudizar las contradicciones en la clase política. Una vez que el gobierno, en sus discursos televisivos, ha supeditado la creación de cualquier mesa de negociación a que ETA declare un alto el fuego, ahora la pelota queda en el tejado de los poderosos, obligándoles a salir del inmovilismo. ETA, con este alto el fuego, en principio no pierde nada: si el gobierno toma medidas en favor del pueblo vasco en lucha (acercamiento de presos, legalización de Batasuna, etc.), el proceso avanzaría en términos favorables; si la crisis interburguesa se intensifica (gracias al boicot a las negociaciones que realizará el PP), ETA habría, cuanto menos, demostrado nuevamente su voluntad de caminar hacia la paz.
El "alto el fuego permanente" es, en realidad, una tregua: no es ningún abandono de las armas ni la renuncia definitiva a ellas. Es probable que desde el gobierno se haya dicho a ETA que necesitan "construir un consenso mediático mínimo" para poder abrir una mesa de diálogo. Esos requisitos mínimos pasan, en teoría, por el abandono de las armas, algo obviamente inaceptable para ETA (si abandonan las armas antes de sentarse a negociar, se quedarían sin su moneda de negociación). Entonces, para no repetir conceptos pasados y para dar una sensación mediática de que ETA "ha dado un paso más allá", el concepto utilizado ahora es el de "alto el fuego permanente". El PSOE y sus aliados han respondido automáticamente al anuncio con el unánime calificativo de "oportunidad a la esperanza" y todos tan contentos.

¿Qué busca la Izquierda Abertzale (IA)?

Algo que todos los implicados saben pero nadie dice, es que el problema real aquí no es un grupo armado por sí solo, sino el conjunto de los sectores populares en lucha, es decir, la IA. El alto el fuego de ETA sólo pretende darle la razón una vez más a la IA: la voluntad de diálogo está de su lado, no del de la burguesía.
Su objetivo por tanto es participar en el proceso y conquistar, a través de la movilización (activando al máximo a su militancia y conquistando cada vez más conciencias), las reivindicaciones que se planteen en la mesa de negociación. No hay que olvidar que la IA ha planteado que la resolución del conflicto vasco pasa por la creación de dos mesas de diálogo (una con ETA y otra con los agentes sociales) y hasta ahora el gobierno sólo ha hablado con claridad de una de ellas.
Al igual que en los últimos años la IA ha pasado por encima de la Ley de Partidos y del Pacto Antiterrorista, consiguiendo (entre otras cosas) que cientos de miles de personas defiendan a los represaliados en el proceso 18/98 y participen en una huelga general en respuesta a la muerte de dos presos políticos vascos en las cárceles españolas, ahora se trata de que sea el pueblo el que empuje para que las reivindicaciones inmediatas (legalización de Batasuna, acercamiento de presos a Euskal Herria, etc.) se conviertan en conquistas. Desarrollado este proceso en el tiempo, la IA se encontrará en mejores condiciones (más gente concienciada, comprometida e implicada en la movilización) para plantear reivindicaciones a mayor escala, como el derecho de autodeterminación.
Así, en la primera comparecencia pública de Batasuna tras el comunicado de ETA, la formación abertzale exigió al gobierno el fin de "todas las medidas represivas y de condicionamiento de la actividad política". Es decir, Batasuna presionará para conseguir su participación en la negociación y las conquistas que puedan derivar de ella, como su legalización, y lo hará a través de la movilización social. En el mismo sentido, el secretario general del sindicato abertzale LAB llamó a poner en marcha "un auténtico tsunami social por las soluciones democráticas y la paz", que garantice la "irreversibilidad del proceso".
Por otra parte, Batasuna ha insistido en que la "implicacion de la comunidad internacional en la búsqueda de una solución democrática al conflicto es un factor importante". Con este elemento se pretende blindar el proceso frente a las seguras intentonas por parte de la ultraderecha españolista de boicot. Es decir, la IA está lanzando a la población las claves para que el proceso se desarrolle, permitiendo que el pueblo vasco sepa hacia dónde tiene que caminar en esta lucha coyuntural.
Hay algo que la IA ha aprendido en estos últimos años de represión salvaje: el pueblo en lucha es la mejor garantía del éxito político. Cuando el PP ilegalizó a Batasuna, a Autodeterminaziorako Bilgunea (AuB), a Herritarren Zerrenda (HZ), a Aukera Guztiak (AG)..., ETA no intensificó su actividad armada. Por contra, lleva ya cerca de 3 años sin realizar atentados con víctimas mortales. Fue la izquierda abertzale quien consiguió convertir la represión en un inmenso motivo para la movilización de masas y a día de hoy podemos entender que la respuesta construida ha sido efectiva. El poder no puede derrotar a la IA por la vía policial tan fácilmente, por eso ahora lo intentará por la vía de la desmovilización.

¿Qué busca el PSOE?

Los objetivos inmediatos son dos: a) ganar las próximas elecciones generales del 2008, atribuyéndose la consecución de una tregua de ETA y el inicio de un escenario de paz, y b) mantener a los pueblos del estado español entretenidos con este proceso de negociación mientras nos meten con calzador la nueva reforma laboral y en general las políticas neoliberales que les toca aplicar en esta legislatura.
A medio-largo plazo, aunque sin la menor garantía real, el objetivo sería desmovilizar a la IA. Se trataría de algo así como "la segunda transición" (o más bien "a la segunda transición va la vencida"): al igual que los Pactos de la Moncloa sirvieron para desmovilizar a la izquierda (prácticamente en todo el estado, salvo en Euskal Herria) y profundizar la política capitalista, ahora se pretende entrar en una fase de negociación en la que, a través de la guerra de desgaste, desde el gobierno se ceda lo menos posible a cambio de que la IA desactive sus mecanismos de movilización. Por eso los dirigentes europeos saludan sonrientes a Zapatero. El PSOE no ha dudado en advertir que "el proceso será largo y difícil" y que "se tomará su tiempo" a la hora de llevar a cabo medidas. Es decir, "largo" para desgastar a la IA (en potenciales debates internos que podrían generarse alrededor de cuánto ceder y en general de cómo actuar en un proceso en el que las herramientas de presión social serán calificadas de "chantajes") y a la vez hacer tiempo para llegar en buenas condiciones a la próxima campaña electoral; y "difícil" porque sabe que el PP y los sectores más conservadores de la burguesía españolista, no se lo pondrán fácil.
Ante todo, lo que no podemos perder de vista es que cualquier "diálogo" entre opresores y oprimidos no es más que una ficción basada en intereses estratégicos. Por tanto, el objetivo del PSOE en este caso es debilitar, dividir y en definitiva derrotar al pueblo vasco en lucha, allanando el camino para la "normalización" (empresarial) en Euskal Herria.
El gobierno es consciente de que el PP se opondrá a las negociaciones, no sólo para evitar regalarle "la victoria de la paz" al PSOE, sino además porque el PP representa a los sectores de la burguesía que no quieren más que aplastar a la resistencia vasca. El PSOE está haciendo un esfuerzo por crear una sensación de “esperanza” (palabra que repite hasta el hartazgo), llamando a la "unidad de los demócratas". Con esto pretende forzar al PP a que respete el proceso de negociación, aceptando la posible cesión de migajas, y para que en caso de que el proceso finalmente fracase, sacar igualmente beneficio político dejando al PP como "enemigos de la paz".

¿Qué busca el PNV?

El lehendakari Ibarretxe anunció, en su primera declaración pública tras el comunicado de ETA, que "ya hemos contactado a todas las fuerzas políticas para abrir un proceso de negociaciones sin exclusión". Es decir, el PNV pretende erigirse como el protagonista, en el ámbito de Euskal Herria, del proceso de paz. Su intención es que el proceso dure lo máximo posible siempre que ellos estén en la situación de protagonistas, buscando un desgaste de la IA, a la vez que se presentarán a las próximas elecciones autoproclamándose como los conductores del proceso de paz.
El mayor desafío del PNV es lograr que la mesa de negociación no suponga un fortalecimiento de la IA, y que las potenciales conquistas que de ella deriven sean victorias atribuibles a "la voluntad del PNV por lograr la paz" y no a la IA ni a ETA.

¿Qué busca el Partido Popular (PP)?

El PP va a llevar una estrategia de boicot a las negociaciones. Presumiblemente esta estrategia será dura y a la vez sutil. Será dura, en el sentido de que cada movimiento del gobierno que efectivamente suponga una suavización de la política represiva, por pequeña que sea, será respondido por el PP con la agitación parlamentaria y extraparlamentaria. Será sutil, en el sentido de que el PP no quiere aparecer ante la opinión pública como el "enemigo de la paz", sino tirar la pelota en el tejado del PSOE y dejarles a ellos como "los enemigos de España" y "el cómplice del terrorismo". Con el fracaso (provocado o no, al PP le da igual) de las negociaciones, la ultraderecha legitimaría mediáticamente su discurso de mano dura a la vez que enterraría el discurso del PSOE, intentando hacerles perder las próximas elecciones presidenciales.
Las condiciones que el presidente del PP, Mariano Rajoy, ha puesto para apoyar la "negociación" son tres: que la policía y las fuerzas de seguridad del estado continúen con su actividad "antiterrorista" (o sea, acosando manifestaciones y deteniendo militantes), que el poder judicial continúe criminalizando a la IA (o sea, encarcelando activistas y manteniendo la política de ilegalización) y que la administración penitenciaria se mantenga intacta (o sea, sin acercamiento de presos y mucho menos con excarcelaciones). Es decir, que la represión continúe como si tal cosa.
Para desarrollar esta estrategia el PP ya tiene puestas las bases necesarias. Su frente social, la Asociación de Víctimas del Terrorismo, ha realizado tres manifestaciones de masas en menos de dos años para derechizar a la opinión pública bajo los postulados del PP. Recientemente se realizó el III Congreso de Víctimas del Terrorismo donde el mensaje central fue la negación al "diálogo con los terroristas". Así mismo, las amenazas golpistas producidas en el marco de las negociaciones del Estatuto Catalán, reflejan el apoyo en determinados sectores del poder militar, que podrían continuar con sus amenazas en caso de que el proceso no camine por el sendero que guste al PP y al españolismo más conservador. Por último, no hay que olvidar el aumento de agresiones neonazis que vienen produciéndose a lo largo y ancho del estado español desde que el PSOE ganó las últimas elecciones. Todo esto significa que el franquismo institucional ha reactivado a sus cúpulas y a sus bases para mantener su poder político aún estando en la oposición.

Dos conclusiones para la izquierda anticapitalista en el estado español

1. Desde la concepción del poder, la negociación en Euskal Herria no puede significar ablandar la política represiva en el resto del estado. De hecho, no puede permitir que se entienda lo que está ocurriendo en Euskal Herria, como que la lucha sirve para algo... Por tanto, no es descartable que la negociación en Euskal Herria se traduzca, fuera de Euskal Herria, en un aumento (indeterminado) de la represión, para lo cual deberíamos estar despiertos y preparados.
2. Desde fuera de Euskal Herria no podemos quedarnos de brazos cruzados ante este proceso abierto. Debemos empujar, a través de la movilización, para que el proceso se desarrolle en favor de la izquierda abertzale, poner sobre la mesa las verdaderas soluciones del conflicto, reivindicar la autodeterminación de los pueblos (y por qué no, el socialismo), denunciar la constitución monárquica, rechazar la represión a cualquier nivel y sobre todo rechazar la fórmula "paz por capitalismo". Hay que contribuir con nuestras modestas fuerzas a que la ultraderecha se debilite y a que el gobierno ZP no justifique su política neoliberal con la coartada de la paz (coartada que ya ha utilizado más de una vez, empezando por la retirada de las tropas de Iraq). Esto no es cosa de la burguesía y el pueblo vasco, sino de la burguesía y de todos los pueblos que tienen algo que decir frente a la embestida del capitalismo imperialista. Todos los pueblos deberíamos empujar para extender la solidaridad, para que el pueblo vasco rentabilice al máximo el proceso y también para fortalecer la conciencia anticapitalista colectiva.

Mariano Pujadas
Corriente Roja. Madrid.

12 November 2006

Comunicado del Centro Social Octubre ante el ataque neonazi a su local en Guadalajara

El pasado jueves 9 de noviembre a las 2:00 de la madrugada, un ciudadano de Guadalajara alertaba a la Policía Nacional de la presencia de llamas en la portada de la sede del PCE-Centro Social Octubre de Guadalajara. Horas más tarde, efectivos de la Policía Científica certificaban el impacto contra el local de dos cócteles molotov. Los indicios de la investigación eran bastante claros, la sede del PCE había sido víctima del último ataque neonazi en la capital.

Hace dos semanas, la Coordinadora Antifascista de Guadalajara denunció la celebración en el municipio de Yunquera de Henares de una concentración internacional de fascistas que aglutinó a 300 neonazis, según la Delegación del Gobierno, y mil según el Telediario 2 de TVE. En esa misma noche, en toda la ciudad de Guadalajara se registró la presencia intimidatoria de neonazis que asistirían al concierto y que protagonizaron escenas de violencia callejera en algunas calles céntricas de Guadalajara.

El pasado sábado, en las puertas del estadio Pedro Escartín, un grupo de neofascistas agredieron a miembros de la peña antifascista del C.D. Guadalajara The Arriacenses , a lo que la seguridad del Club respondió con el cierre de las compuertas de entrada con el fin de que los agredidos no pudieran refugiarse. Daba la casualidad que fue el único momento en que los Agentes de la Policía Nacional no estaban presentes, cuando en todos los partidos del CD Guadalajara han hecho acto de presencia las Fuerzas de Seguridad del Estado.

Asimismo, diferentes informaciones corroboran la celebración, en la provincia de Guadalajara, EL PRÓXIMO 18 DE NOVIEMBRE, un nuevo concierto neonazi que se celebra en el marco de los diferentes eventos que la ultraderecha organiza como homenaje al dictador fascista Francisco Franco.

La Policía Nacional y la Subdelegación del Gobierno, que ya ha sido alertada de esto, tiene la obligación de prohibir tales eventos, que están rodeados de numerosas escenas de violencia que ponen en peligro la integridad física de jóvenes, trabajadores e inmigrantes.

Es clamoroso como las fuerzas políticas y sindicales “oficiales” mantienen un sepulcral silencio ante las agresiones, atentados y las resoluciones judiciales que absuelven a estos fascistas y que los dejan con total impunidad. Es clamoroso como las organizaciones de la izquierda oficial, política y sindical a día de hoy no han dicho ni una sola palabra de esto.

Desde el Centro Social Octubre, en el seno de la Coordinadora Antifascista de Guadalajara estamos preparando una gran movilización contra la impunidad judicial de los fascistas, contra sus complicidades en Justicia e Interior y por la memoria histórica que será anunciada lo antes posible. Igualmente exigimos la ilegalización y desarticulación del evento a celebrar en Guadalajara el próximo sábado, así como sanciones ejemplares para los responsables y dirigentes de los movimientos neonazis.



¡NO A LAS BANDAS NEONAZIS!

¡NO A LA IMPUNIDAD JUDICIAL DE LOS FASCISTAS!

¡CONTRA EL FASCISMO, NO PASARÁN!





Centro Social Octubre, 12 de noviembre de 2006

05 November 2006

Entrevista a José Stalin(H.G. Wells)



Stalin retratado por Picasso. Dedicatoria pictórica al "Gran timonel"


Diálogo entre dos mundos

Como muy pocos testimonios, de los que actualmente llamaríamos mediáticos, la entrevista que le realizara el escritor H. G. Wells a José Stalin en 1934, refleja el océano de distancia entre un pensamiento "progresista", "comprensivo" y "abierto", pero amortajado por una profunda e inevitable ideología de clase que lo atraviesa argumentalmente de punta a punta, y la visión marxista ortodoxa de la historia, desde un líder -más tarde cuestionado y hasta descalificado por amplios sectores del propio campo socialista- pero impecablemente lúcido en este punto.

Atravesado por una ideología clasista -diferente a la de Wells, como es obvio- José Stalin no pretende "contemporaneizar", "salvar las diferencias" ni hacer gala de ninguna "amplitud de criterio", sino poner en negro sobre blanco las cuestiones más elementales de la visión marxista de la historia y marcar los puntos sobre la íes sobre el inevitable fracaso del capitalismo.

Aclaremos sin prejuzgar que el diálogo-reportaje se produce en el año 1934. Algunos dirán que la historia -fukuyamamente hablando- ha dado la razón al capitalismo y no al socialismo defendido por Stalin. A ello respondemos que es preciso mirar y escuchar con ojos y oídos bien marxistas. Algo bastante difícil cuando se está en el encierro del armario capitalista, como le pasaba a Wells y les (nos) pasa a tantos "intelectuales" occidentales.

La entrevista a Stalin

Wells: Le estoy muy agradecido, Sr. Stalin, por darme la oportunidad de conversar con Ud. Hace poco estuve en los Estados Unidos. Tuve una larga entrevista con el presidente Roosevelt, y en ella traté de averiguar, por cuáles ideas se deja guiar él. Ahora vengo con Ud. para preguntarle, qué hace para cambiar el mundo.

Stalin: No tanto.

Wells: Viajo por el mundo como hombre sencillo, y como hombre sencillo observo lo que sucede a mi alrededor.

Stalin: Hombres de la vida pública de su importancia, no son "gente sencilla". Naturalmente, sólo la historia pronuncia el juicio definitivo acerca de la importancia que tal o cual hombre haya tenido efectivamente; pero en todo caso, Ud. no contempla el mundo con los ojos del "hombre sencillo".

Wells: No finjo modestia. Lo que quiero decir es, que trato de ver el mundo con los ojos del hombre sencillo, y no con los de un político de partido o de un alto funcionario de administración. Mi visita a los Estados Unidos me ha dado más de un estímulo para nuevas reflexiones. El viejo mundo financiero allí se está derrumbando; la vida económica del país va siendo reorganizada según nuevos principios. Lenin dijo: "Debemos aprender a manejar nuestros asuntos, debemos aprender de los capitalistas". Hoy, los capitalistas deben aprender de ustedes, y asimilar el espíritu del socialismo. Me parece, que los Estados Unidos se encuentran en un profundo proceso de reorganización, está naciendo una economía planificada, una economía socialista. Ud. y Roosevelt parten de posiciones diferentes. ¿Pero acaso no existen, a pesar de eso, puntos de contacto entre lo que se piensa en Washington y lo que se piensa en Moscú? ¿No existe un cierto parentesco entre las respectivas ideas y necesidades? Las mismas cosas me llamaron la atención en Washington como ahora aquí: se constituyen oficinas, se crea una serie de nuevos órganos reguladores del Estado, se organiza el servicio estatal que hace tiempo hacía falta. Lo que se necesita allí como aquí es la posibilidad de intervenir con medidas directivas.

Stalin: Los Estados Unidos persiguen un fin diferente al nuestro en la URSS. El fin que persiguen los Estados Unidos se ha dado como resultado de los problemas económicos, de la crisis económica. Los americanos quieren encontrar una salida a la crisis, con medidas del capitalismo privado, sin cambiar la base económica. Intentan limitar a un mínimo el daño, las pérdidas que resultan del sistema económico actual. Con nosotros, en cambio, la vieja base económica ha sido, como Ud. sabe, destruida, y en su lugar fue creada una base económica nueva, completamente diferente. Aunque los americanos, a los que alude, alcanzaran su meta en parte, es decir, si lograsen limitar las pérdidas a un mínimo, no eliminarían las raíces de la anarquía inherente al sistema capitalista. Protegen el sistema económico que origina, forzosa e inevitablemente, anarquía de la producción. Para ellos no se trata, por lo tanto, de una reorganización de la sociedad, de abolir el viejo sistema social, del cual nacen la anarquía y las crisis, sino, a lo sumo, de restringir determinadas desventajas, de restringir determinados abusos. Subjetivamente, los americanos tal vez tengan la opinión de estar reorganizando la sociedad; pero objetivamente protegen la base actual de la sociedad. Por eso, objetivamente no habrá ninguna reorganización de la sociedad. Y tampoco una economía planificada. ¿Qué es la economía planificada? ¡Veamos algunas de sus cualidades! La economía planificada tiene como meta abolir la desocupación. Supongamos, que manteniendo el sistema capitalista, fuese posible limitar la desocupación a un cierto mínimo. Con seguridad, ningún capitalista aprobaría la eliminación total de la desocupación, la abolición del ejército de reserva de desocupados que está destinado a ejercer presión sobre el mercado de trabajo, y constituye una garantía de mano de obra barata. Ahí tiene Ud. una de las contradicciones de la "economía planificada" de la sociedad burguesa. ¡Sigamos! Economía planificada significa, impulsar la producción en aquellas ramas industriales, cuyos bienes son de especial importancia para la masa del pueblo. Pero Ud. sabe que, en el capitalismo, la ampliación de la producción se lleva a cabo de acuerdo a reglas totalmente diferentes, que el capital afluye a aquellos sectores económicos, en los que el pago de utilidades sea mayor. Nunca podrá Ud. inducir a un capitalista a que se inflinja pérdidas a sí mismo, y a que se contente con un pago de utilidades más bajo, para satisfacer las necesidades del pueblo. Sin que desaparezcan los capitalistas, sin que sea abolido el principio de la propiedad privada de los medios de producción, es imposible edificar una economía planificada.

Wells: Estoy de acuerdo con Ud. en muchos sentidos. Pero quisiera realzar, que, al decidirse un país entero por el principio de la economía planificada, al comenzar el gobierno lentamente, paso a paso, a imponer ese principio consecuentemente, al final habrá desaparecido la oligarquía financiera, y se habrá alcanzado el socialismo, en el sentido anglosajón de la palabra. El efecto que parte de las ideas "New-Deal" de Roosevelt es extraordinariamente fuerte para mí, esas ideas son socialistas. Me parece que en vez de acentuar el contraste entre ambos mundos, deberíamos aspirar a encontrar un lenguaje común para todas las fuerzas constructivas.

Stalin: Al hablar de la imposibilidad de realizar los principios de la economía planificada, manteniendo al mismo tiempo la base económica del capitalismo, no quiero, en lo más mínimo, rebajas las excepcionales facultades personales de Roosevelt, su iniciativa, su valor y su fuerza de decisión. Indudablemente, Roosevelt es, entre todos los líderes del mundo capitalista de hoy, uno de los personajes más vigorosos y sobresalientes. Por eso quisiera volver a acentuar una vez más, que mi convicción acerca de la imposibilidad de la economía planificada bajo condiciones capitalistas no significa que ponga en duda las facultades personales, el talento y el valor del presidente Roosevelt. Pero si las circunstancias no lo permiten, el líder más dotado de clarividencia no puede alcanzar el objetivo del cual Ud. habla. En un sentido puramente teórico, por supuesto no queda excluida la posibilidad de acercarse, bajo las condiciones del capitalismo, paulatina y gradualmente a la meta que Ud. llama "socialismo en el sentido anglosajón de la palabra". Pero ¿qué clase de socialismo será ese? A lo sumo refrenaría a los representantes individuales más desvergonzados del capital y aplicaría el principio de la intervención en la economía nacional en un campo algo más amplio. Todo muy bien. Pero tan pronto Roosevelt o cualquier otro líder del mundo burgués de hoy, quiera is más allá, y quiera seriamente atacar las bases del capitalismo, irremediablemente sufrirá un fracaso rotundo. Los bancos, la industria, las grandes empresas, las grandes granjas agrícolas no le pertenecen a Roosevelt. Sin excepción son propiedad privada. El ferrocarril, la flota mercante, todo esto está en manos de propietarios privados. Y, finalmente, aún el ejército de obreros calificados, de ingenieros, de técnicos no está bajo el mando de Roosevelt, sino bajo el mando de propietarios privados: toda esta gente, sin excepción, trabaja para propietarios privados. Tampoco nos debemos olvidar de la función del Estado en el mundo burgués. El Estado es una institución que organiza la defensa del país y mantiene el "orden"; es una máquina para la recaudación de impuestos. El Estado capitalista no tiene mucho que ver con la economía en el sentido propio de la palabra; ésta no se encuentra en manos del Estado. Al contrario, el Estado está en manos de la economía capitalista. Justamente por eso, Roosevelt, a pesar de toda su energía, me temo que no logrará el fin señalado por Ud., siempre suponiendo que esté, efectivamente, persiguiendo tal fin. Tal vez sea posible, dentro de algunas generaciones, aproximarse un poco más a esa meta; personalmente, sin embargo, creo que ni siquiera eso es muy probable.

Wells: Quizá esté yo más convencido de una interpretación económica de la política que Ud. Los inventos y la ciencia moderna han producido poderosas fuerzas que impulsan hacia una mejor organización, un mejor funcionamiento de la sociedad, es decir, al socialismo. Organización y regulación de la actividad individual se han convertido, por encima de toda teoría social, en necesidades mecánicas. Si empezamos por el control estatal de los bancos, y, en un segundo paso, ampliamos el control hasta incluir la industria pesada, luego la industria entera, el comercio, etc., entonces este control, que lo abarca todo, equivaldrá a la propiedad estatal de todas las ramas de la economía nacional. Este será el proceso de socialización. Socialismo e individualismo no son contrarios como blanco y negro. Hay muchas gradaciones. Existe un individualismo que raya en el bandolerismo, y existen una disciplina y una organización, que son equivalentes al socialismo. La introducción de la economía planificada depende, en gran parte, de los organizadores de la economía, de la inteligencia técnica bien formada, que poco a poco puede ser ganada para los principios de organización socialista. Esto es lo que importa. Pues organización viene antes que socialismo. Es el factor más importantes. Sin organización, la idea del socialismo queda siendo una simple idea.

Stalin: Entre el individuo y el colectivo, entre los intereses del individuo y los de la comunidad, no existen antagonismos incompatibles, o por lo menos no deberían de existir. No deberían de existir, ya que el colectivismo, el socialismo, no niega los intereses individuales, sino que, al contrario, los une con los intereses del colectivo. El socialismo no puede separarse de los intereses individuales. Sólo la sociedad socialista puede satisfacer al máximo estos intereses personales. Más aún: Sólo la sociedad socialista puede intervenir con decisión a favor de los intereses del individuo. En este sentido, no existen antagonismos incompatibles entre "individualismo" y socialismo. Pero ¿podemos negar los antagonismos entre las clases, entre la clase poseedora, la clase de los capitalistas; y la clase trabajadora, el proletariado? De un lado tenemos la clase poseedora, a la cual le pertenecen los bancos, las fábricas, las minas, los medios de transporte, las plantaciones en las colonias. Esa gente no ve más que su propio interés: quiere lucros. No se somete a la voluntad del colectivo; intenta subordinar todo lo colectivo a su voluntad. Por otro lado, tenemos a la clase de los pobres, la clase explotada, a la cual no le pertenecen ni fábricas, ni empresas, ni bancos, que, para poder vivir, está forzada a vender su fuerza de trabajo a los capitalistas, y que carece de la posibilidad de satisfacer sus necesidades más elementales. ¿Cómo armonizar intereses y aspiraciones tan contrarios? A mi parecer Roosevelt no logró encontrar el camino hacia la reconciliación de estos intereses. Eso es también imposible, como lo demuestra la experiencia. Por supuesto Ud. conoce la situación en los Estados Unidos mejor que yo, pues nunca he estado allí y me informo acerca de las condiciones americanas, principalmente por medio de la literatura. Pero tengo alguna experiencia en la lucha por el socialismo, y esta experiencia me dice, que Roosevelt, si realmente tratara de servir a los intereses de la clase obrera a costa de la clase capitalista, será substituido, de parte de esa clase capitalista, por otro presidente. Los capitalistas dirán: los presidentes van y vienen, mas nosotros no nos vamos, si tal o cual presidente no representa nuestros intereses, nos buscaremos otros. ¿Qué puede, a fin de cuentas, oponer el presidente a la voluntad de la clase capitalista?

Wells: Me opongo a esa simplificada subdivisión de la humanidad en pobres y ricos. Desde luego que existe una categoría de gente, que sólo persigue afanosamente el lucro propio. Pero ¿acaso no se le ve a esta gente como a una plaga, en el oeste tanto como aquí? ¿No existe mucha gente en el oeste, para la cual el beneficio no es ninguna meta en sí, que dispone de ciertos medios financieros, que quiere invertir y costear el sustento de estas inversiones, sin que vean en esto su meta principal? Ven en las inversiones una necesidad desagradable. ¿Acaso no existen muchos ingenieros capaces, que cumplen con su deber, organizadores de la economía, que encuentran el acicate para su actividad en otra cosa que no sea el lucro? A mi parecer existe una clase numéricamente fuerte de gente capacitada, que admite que el sistema actual es insatisfactorio, y que jugará un papel importante aún en la sociedad capitalista del futuro. Durante los últimos años he pugnado mucho, he pensado mucho acerca de la necesidad de hacer propaganda por el socialismo y el cosmopolitismo en amplios círculos de los ingenieros, los pilotos, los empleados técnico-militares. Carece de sentido querer acercarse a esos círculos con una propaganda de una simple lucha de clases. Esa gente comprende, en qué estado se encuentra el mundo. Comprende que es un maldito caos, pero el simple antagonismo de la lucha de clases de Ud., lo toma como algo disparatado.

Stalin: Ud. se contrapone a la subdivisión simplificada de la humanidad en pobres y ricos. Naturalmente, existe una capa media; existe la inteligencia técnica a la que se refirió, y existen personas muy buenas y muy honestas en ella. También existen, en ella, personas deshonestas y malas. Generalmente Ud. encuentra aquí todo tipo de gente. Pero antes que nada la humanidad se divide en pobres y ricos, en poseedores y explotados, y apartar la vista de esta división fundamental, significa apartar la vista del hecho fundamental. Yo no niego la existencia de capas medias, intermedias, que se puedan poner del lado de una, o de otra de las dos clases combatientes, o que se mantengan en una posición neutral en esta lucha. Pero repito, apartar la vista de esta división fundamental de la sociedad, o de la lucha fundamental entre las dos clases principales significa cerrar los ojos ante los hechos. Esta lucha se está librando y se seguirá librando. Cómo termine la lucha, depende del proletariado, de la clase obrera.

Wells: Pero ¿no existe mucha gente, que no es pobre, y sin embargo trabaja, trabaja productivamente?

Stalin: Naturalmente que hay pequeños propietarios de tierra, artesanos, pequeños comerciantes; pero el destino de un país no depende de esa gente, sino de las masas trabajadoras que producen todo aquello que la sociedad necesita.

Wells: Pero tendrá que reconocer que existen géneros de capitalistas que difieren mucho entre sí. Hay capitalistas que sólo piensan en el lucro, sólo piensan en hacerse ricos; pero también hay quienes están dispuestos a hacer sacrificios. Tome por ejemplo al viejo Morgan. Sólo pensaba en el lucro; era sencillamente un parásito de la sociedad; sólo acumulaba posesiones. Pero tome a Rockefeller. Era un organizador brillante; ha demostrado de manera ejemplar cómo se debe organizar la explotación del petróleo. O tome a Ford. Desde luego que Ford busca el beneficio propio. ¿Pero no es también un organizador apasionado de la racionalización en la producción, del cual Ud. aprende? Quiero señalar que en los últimos tiempos se ha producido un cambio importante en la actitud de los países de habla inglesa con respecto a la URSS. La causa de esto hay que buscarla en la posición de Japón y en los acontecimientos en Alemania. Pero al lado de eso existen otras razones que no tiene su origen en la política internacional. Existe una causa más profunda, y está, justamente, en que mucha gente se va dando cuenta de que el sistema basado en el lucro privado se está derrumbando. Bajo estas circunstancias me parece que no debemos poner el antagonismo entre ambos mundos en primer plano, sino que nos deberíamos esforzar por unificar todas las corrientes constructivas, todas las fuerzas constructivas, en la medida de lo posible, en una línea. Tengo la impresión, de que mi posición es más izquierdista que la suya, Sr. Stalin, creo que el viejo sistema está más cercano a su fin de lo que Ud. cree.

Stalin: Al hablar de capitalistas, que sólo buscan el lucro, sólo buscan la riqueza, no estoy queriendo decir que esa gente no tenga ningún valor y que no sirva para nada más. Muchos de ellos disponen, sin duda, de grandes capacidades organizativas, que no pretendería negar ni soñando. No es poco lo que los hombres de la Unión Soviética aprendemos de los capitalistas. Y Morgan, al cual caracteriza de modo tan desventajoso, fue indudablemente, un organizador bueno ya capaz. Pero si habla de gente resuelta a crear un mundo nuevo, por cierto que no la encontrará en las filas de aquellos que sirven fielmente a la causa del lucro. Nosotros y ellos estamos en dos polos opuestos. Ud. ha mencionado a Ford. Desde luego que es un organizador capaz de la producción. ¿Pero no conoce su actitud para con la clase obrera? ¿No sabe a cuántos obreros lanza a la calle? El capitalista está encadenado al lucro, y ningún poder del mundo lo puede arrancar de allí. El capitalismo no es eliminado por los organizadores de la producción, por la inteligencia técnica, sino por la clase obrera, porque las capas que mencionamos no tienen un papel autónomo. El ingeniero, el organizador de la producción, no trabaja como él quiere, sino como debe, trabaja de una manera que sirve a los intereses de su patrón. Desde luego que hay excepciones; hay hombres en esa capa que han despertado del delirio capitalista. En determinadas condiciones, la inteligencia técnica puede lograr milagros y prestar grandes servicios a la humanidad. Pero también puede causar grandes daños. No es poca la experiencia que tenemos los hombres de la Unión Soviética con la inteligencia técnica. Después de la Revolución de Octubre, una determinada parte de la inteligencia técnica se negó a colaborar en la construcción de la nueva sociedad; se resistía a este trabajo de construcción y lo saboteaba. Hicimos todo lo que pudimos para integrar a la intelectualidad técnica a este trabajo constructivo; lo intentamos de una manera y de otra. Pasó mucho tiempo antes de que nuestros intelectuales preparados se encontraran dispuestos a apoyar el nuevo sistema activamente. Hoy, lo mejor de esta intelectualidad técnica está en la línea más avanzada de aquellos que construyen la sociedad socialista. Partiendo de estas experiencias, estamos muy lejos de subestimar tanto los buenos como los malos lados de esta intelectualidad; sabemos que, de un lado, puede causa daño, del otro, puede lograr "milagros". Naturalmente , las cosas serían diferentes, si fuese posible arrancar a la intelectualidad, de un solo golpe, del mundo capitalista. Pero eso es utópico. ¿Hay entre la intelectualidad técnica, muchos que osarían romper con el mundo burgués e intervenir a favor de la edificación de una nueva sociedad? ¿Cree Ud. que haya mucha gente de ese tipo, digamos, en Inglaterra o en Francia? No, son sólo pocos, los que estarían dispuestos a separarse de sus patronos y empezar con la construcción de un nuevo mundo. Además, ¿podemos ignorar el hecho que, para cambiar el mundo, se tiene que estar en posesión del poder político? Me parece, Sr. Wells, que subestima mucho la cuestión del poder político, que esta pregunta, en su concepción, no está considerada en absoluto. ¿Qué puede hacer esa gente, aún con las mejores intenciones del mundo, si no está en condiciones de plantearse la pregunta del poder, y no está, ella misma, en posesión del poder? En el mejor de los casos, puede apoyar a la clase que tome el poder, pero no puede cambiar el mundo por su propia fuerza. Eso sólo lo puede hacer una clase mayoritaria, que se pone en el lugar de la clase capitalista, y se convierte, en vez de ésta, en dirigente. Esta clase, es la clase obrera. Desde luego que hay que aceptar la ayuda de la intelectualidad técnica; y, en sentido inverso, hay que ayudarle a ella. Pero no se debe creer, que la intelectualidad técnica fuese capaz de jugar un papel histórico autónomo. La transformación del mundo es un proceso grande, complicado y penoso. Esta gran tarea exige una gran clase. Sólo grandes barcos emprenden largos viajes.

Wells: Sí, pero para emprender un viaje largo, se necesita un capitán y un timonel.

Stalin: Eso es correcto, pero lo primero que se necesita para un viaje largo, es un barco grande. ¿Qué es un timonel sin barco? Nada.

Wells: El barco grande es la humanidad, no una clase.

Stalin: Ud., Sr. Wells, por lo visto parte de la suposición, de que todos los hombres son buenos. Yo, mientras tanto, no olvido que también existen muchos hombres malos. No creo en la virtud de la burguesía.

Wells: Recuerdo la situación de la intelectualidad hace algunas décadas. En aquel entonces, la intelectualidad técnica era numéricamente pequeña, pero había mucho que hacer, y cada ingeniero tenía, técnica e intelectualmente, su oportunidad. Por eso, la intelectualidad técnica era la clase menos revolucionaria. Hoy, mientras tanto, hay intelectuales técnicos de sobra, y su mentalidad ha cambiado muy marcadamente. El hombre con formación profesional, que antes jamás habría prestado atención a discursos revolucionarios, ahora se interesa mucho por ellos. Recientemente estuve en una cena de la Royal Society, nuestra gran sociedad científica inglesa. El discurso del presidente fue una intervención en defensa de la planificación social y del control científico. Hoy, el hombre que está al frente de la Royal Society, sostiene ideas revolucionarias e insiste en una reorganización científica de la sociedad humana. Su propaganda de guerra de clases no ha podido adaptarse al paso de este desarrollo. El pensar humano cambia.

Stalin: Ya lo sé, sí, y la explicación de esto hay que buscarla en el hecho de encontrarse la sociedad capitalista en una callejón sin salida. Los capitalistas buscan un camino que los conduzca fuera de este callejón sin salida, que sea compatible con el prestigio de esta clase, con los intereses de esta clase, pero no lo encuentran. Podrán salirse un corto trecho fuera de la crisis, gateando con pies y manos en el suelo, pero no pueden encontrar un camino que les posibilite salir con la cabeza erguida, un camino que no atentara fundamentalmente contra los intereses del capitalismo. Esto se comprende, naturalmente, en amplios círculos de la intelectualidad técnica. Una gran parte de esos hombres empieza a comprender la comunidad de intereses con la clase que es capaz de mostrar una escapatoria al callejón sin salida.

Wells: Si hay alguien que entienda algo de la revolución, del lado práctico de la revolución, es Ud., Sr. Stalin. ¿Acaso se han sublevado alguna vez las masas? ¿No es una verdad innegable, que todas las revoluciones son hechas por una minoría?

Stalin: Para hacer una revolución, es menester una minoría revolucionaria dirigente; pero la minoría más capacitada, más abnegada, y más enérgica, quedaría desvalida, si no pudiese basarse en el apoyo, por lo menos pasivo, de millones.

Wells: ¿Por lo menos pasivo? ¿Tal vez subconsciente?

Stalin: En parte también el apoyo semiinstintivo, y semiconsciente, pero sin el apoyo de millones aún la mejor minoría sería impotente.

Wells: Al observar la propaganda comunista en el oeste, tengo la impresión, que esa propaganda, en vista de la situación actual, suena muy atrasada, pues es propaganda para la insurrección. Propaganda a favor del derrocamiento del sistema social por la violencia, fue buena y justa, cuando iba dirigida contra una tiranía. Pero en las condiciones actuales, derrumbándose solo el sistema de todos modos, se debería de atribuir importancia al rendimiento, a la eficacia, a la productividad, y no a la sublevación. Yo encuentro, que el tono de sublevación es un tono falso. La propaganda comunista en el oeste es una contrariedad para los hombres de mentalidad constructiva.

Stalin: Naturalmente, el viejo sistema se derrumba y se pudre. Correcto. Pero también es correcto, que se están haciendo nuevos esfuerzos, para, con otros métodos, con todos los medios, proteger este sistema moribundo, y salvarlo. Ud. saca una conclusión errónea de una premisa correcta. Con razón afirma, que el viejo mundo se derrumba. Pero se equivoca, si cree, que se derrumba por sí solo. No, la sustitución de un sistema social por otro es un proceso revolucionario, largo y penoso. No es un proceso espontáneo simplemente, sino una lucha: es un proceso que se lleva a cabo en el choque de las clases. El capitalismo se pudre, pero no se le puede comparar sencillamente con un árbol, que esté tan corrompido, que tiene que caer a tierra por sí solo. No, la revolución, el relevo de un sistema por otro, ha sido siempre una lucha, una lucha penosa y cruel, una lucha de vida o muerte. Y cada vez que los hombres del mundo nuevo llegaron al poder, tuvieron que defenderse de los intentos del mundo viejo de restaurar el viejo orden por la violencia; estos hombres del mundo nuevo siempre han tenido que estar en guardia, siempre dispuestos a rechazar los ataques del mundo viejo al nuevo sistema. Sí, tiene razón al decir que se derrumba el viejo sistema social; pero no se derrumba por sí mismo. Tome por ejemplo el fascismo. El fascismo es una fuerza reaccionaria que, utilizando la violencia, intenta conservar el viejo mundo. ¿Qué quiere hacer con los fascistas? ¿Discutir con ellos? ¿Tratar de convencerlos? Pero así, con ellos, no se logra ni lo más mínimo. Los comunistas no glorifican, de ninguna manera, la aplicación de la violencia. Pero ellos, los comunistas, no tienen la intención de dejarse sorprender, no se pueden fiar de que el viejo mundo se saldrá del escenario voluntariamente, ven, que el viejo sistema se defiende por la violencia y, por eso mismo, los comunistas le dicen a la clase obrera: ¡Contestad a la violencia con la violencia, haced todo lo que esté en vuestras fuerzas para impedir que os aplaste el viejo orden moribundo, no dejéis que os aten las manos, aquellas manos, con las que derribaréis el viejo sistema! Ud. ve, por lo tanto, que los comunistas no consideran la sustitución de un sistema social por otro simplemente como un proceso espontáneo y pacífico, sino como un proceso complicado, largo y violento. Los comunistas no pueden cerrar los ojos ante los hechos.

Wells: Pero mire lo que está sucediendo en el mundo capitalista. Esto no es, simplemente, un colapso, es un estallido de violencia reaccionaria, que termina en el bandolerismo. Y a mi parecer, los socialistas pueden, cuando se da un conflicto con la violencia reaccionaria e inepta, acudir a la ley, y en vez de considerar a la policía como su enemigo, deberían apoyarla en su lucha contra los reaccionarios. Creo que carece de sentido operar con los métodos del viejo y rígido socialismo de insurrecciones.

Stalin: Los comunistas se basan en ricas experiencias históricas; esas experiencias enseñan, que una clase agotada no abandona el escenario voluntariamente. Piense en la historia de Inglaterra en el siglo XVII. ¿No decían en aquel entonces muchos que el viejo sistema social estaba podrido? Pero, a pesar de ello, ¿no fue necesario un Cromwell para anonadarlo por la fuerza?

Wells: Cromwell operaba sobre la base de la constitución, y en nombre del orden constitucional.

Stalin: ¡En nombre de la constitución ejerció violencia, hizo ejecutar al rey, disolvió y esparció el parlamento, hizo encarcelar o decapitar gente! O tome un ejemplo de la historia de mi país. ¿No estaba claro hace mucho, que se pudría, se desplomaba el sistema zarista? Pero ¿cuánta sangre tuvo que ser derramada aún, para abatirlo? ¿Y la Revolución de Octubre? ¿No hubo muchos que veían con toda claridad, que solamente nosotros, los bolcheviques, señalábamos una salida? ¿No estaba claro que el capitalismo ruso estaba podrido? Pero Ud. sabe cuán fuerte fue la resistencia, cuánta sangre tuvo que ser derramada para defender la Revolución de Octubre contra todos sus enemigos, en el interior y en el extranjero. O tome a Francia a finales del siglo XVIII. Mucho tiempo antes de 1789 ya estaba claro, cuán podrido estaba el poder del rey, cuán podrido estaba el sistema feudal. Sin embargo, aquello no pudo llevarse a cabo sin un levantamiento popular, un choque de las clases. ¿Por qué? Porque aquellas clases que tienen que abandonar el escenario de la historia, son las últimas en creer que su juego se ha acabado. Es imposible convencerlas de ello. Creen, que las grietas en la putrefacta estructura del viejo orden podrían ser remendadas, que la estructura tambaleante del viejo orden podría ser arreglada y salvada. Por eso mismo, las clases que están hundiéndose, acuden a las armas y se valen de cualquier medio, para mantenerse como clase dominante.

Wells: ¿Pero acaso la Gran Revolución francesa no fue encabezada por algunos abogados?

Stalin: Estoy lejos de querer menoscabar el papel de la inteligencia en movimientos revolucionarios: Pero ¿fue la Gran Revolución francesa una revolución de abogados, o una revolución del pueblo, que logró la victoria movilizando a amplias masas populares para la lucha contra el feudalismo, y defendiendo los intereses del Tercer Estado? ¿Y actuaron los abogados entre los dirigentes de la Gran Revolución francesa de acuerdo a las leyes del viejo orden? ¿No introdujeron un derecho nuevo, burgués-revolucionario? Ricas experiencias históricas enseñan que hasta hoy ninguna clase se ha retirado para hacerle lugar a otra voluntariamente. Esto, en la historia no tiene precedente. Los comunistas han aprendido esta lección histórica. Los comunistas celebrarían que la burguesía se retirase voluntariamente. Pero tal giro de las cosas es, como sabemos por experiencia, improbable. Por eso, los comunistas están prevenidos para lo peor, y se dirigen a la clase obrera con el llamamiento de estar alerta y preparada para la lucha. ¿De qué vale un dirigente que adormece la vigilancia de su ejército, un dirigente que no comprende que el enemigo no va a capitular, que tiene, que tiene que ser destruido? Quien, como dirigente, actúa de tal manera, engaña, traiciona a la clase obrera. Esta es la razón por la cual opino, que aquello que a Ud. la parece atrasado, para la clase obrera es, en realidad, una norma para la actividad revolucionaria.

Wells: No niego que sea necesario hacer uso de la violencia, pero sí es mi opinión, que las formas de lucha deberían ser concertadas como mejor se pueda, con las posibilidades que ofrecen las leyes existentes dignas de ser defendidas contra ataques reaccionarios. No hay ninguna necesidad de desorganizar el sistema viejo, ya que éste, tal como están las cosas, se va desorganizando por sí solo. Por eso, la sublevación contra el orden viejo, contra la ley, me parece anticuada y superada por el desarrollo. Estoy, dicho sea de paso, exagerando conscientemente, para que la verdad se haga visible de modo más claro. Puedo formular mi punto de vista de la siguiente manera: primero, estoy a favor del orden; segundo, ataco al sistema existente en tanto que no puede garantizar el orden; tercero, temo que la propaganda a favor de la guerra de clases vaya a alejar del socialismo justamente a aquellas personas cultas, que el socialismo necesita.

Stalin: Si se quiere lograr un gran objetivo, un objetivo social importante, se precisa una fuerza central, un baluarte, una clase revolucionaria. Como próximo paso, es necesario organizar el apoyo de esta fuerza central por parte de fuerzas auxiliares; en este caso, dicha fuerza auxiliar es el Partido, al cual están afiliadas también las mejores fuerzas de la inteligencia. Ud. acaba de hablar de "personas cultas". Pero ¿en qué personas cultas pensaba? En Inglaterra durante el siglo XVII, en Francia a fines del siglo XVIII, y en Rusia durante la época de la Revolución de Octubre, ¿no estaban muchas personas del lado del viejo orden? El viejo orden tenía a su servicio a muchas personas sumamente cultas, que defendían el viejo orden, que combatían el nuevo orden. La cultura es un arma, cuyo efecto depende de qué mano la haya forjado, qué mano la dirija. Por supuesto, el proletariado necesita personas sumamente cultas. Ciertamente; los ingenuos no pueden ser de ninguna ayuda para el proletariado en su lucha por el socialismo, en la edificación de una nueva sociedad. No subestimo el rol de la inteligencia; al contrario, lo subrayo. Pero la pregunta es la siguiente: ¿de qué inteligencia estamos hablando? Porque hay diferentes tipos de inteligencia.

Wells: No puede haber revolución sin cambios radicales en la instrucción pública. Basta citar dos ejemplos: el ejemplo de la República alemana, que no tocó el viejo sistema educacional, y que por eso nunca se convirtió en República; y el ejemplo del Labour Party inglés, que no tiene la intención de insistir en una transformación radical de la instrucción pública.

Stalin: Muy acertado. Permítame ahora responder a sus tres puntos. Primero: Lo más importante para la revolución es la existencia de un baluarte social. Tal baluarte social es la clase obrera. Segundo: se precisa de una fuerza auxiliar, aquello, que los comunistas llaman Partido. Al Partido está afiliada la inteligencia obrera, y aquellos elementos de la inteligencia técnica que están estrechamente ligados a la clase obrera. La inteligencia se fuerte solamente, si se une con la clase obrera. Si se contrapone a la clase obrera, se convierte en una simple cifra. El nuevo poder político crea las nuevas leyes, el nuevo orden, el cual es un orden revolucionario. Yo no estoy a favor del orden sin más ni más. Yo estoy a favor de un orden que corresponda a los intereses de la clase obrera. Por supuesto, si algunas leyes del viejo orden pueden ser utilizadas en interés de la lucha por un orden nuevo, esto debería de hacerse. No tengo objeciones contra su postulación de que el sistema actual debería ser atacado, en tanto que no puede garantizar el orden necesario para el pueblo. Y, finalmente, está equivocado si cree que los comunistas están enamorados de la violencia. Con todo gusto renunciarían a la aplicación de violencia, si la clase dominante estuviera dispuesta a cederle su lugar a la clase obrera. Pero la experiencia histórica indica lo contrario de tal suposición.

Wells: Aunque también es cierto, que la historia de Inglaterra conoce un caso, en que una clase le dejara el poder a otra clase voluntariamente. En el periodo entre 1830 y 1870, la aristocracia, que en las postrimerías del siglo XVIII tuvo aún una influencia considerable, voluntariamente, sin lucha seria, le cedió el poder a la burguesía, lo cual fue una de las causas para el sentimental mantenimiento de la monarquía. En lo sucesivo, esta transferencia del poder condujo a que erigiera su dominio la oligarquía financiera.

Stalin: Pero Ud. se ha pasado imperceptiblemente de cuestiones de la revolución a cuestiones de la reforma. Eso no es lo mismo. ¿No opina que el movimiento cartista tuvo gran significado para las reformas en la Inglaterra del siglo XIX?

Wells: Los cartistas poco hicieron, y desaparecieron sin dejar huellas.

Stalin: No comparto su opinión. Los cartistas, y el movimiento huelguístico organizado por ellos, tuvieron un papel importante; obligaron a las clases dominantes a una serie de concesiones con respecto al derecho de sufragio, con respecto a la abolición de los llamados "distritos electorales corrompidos", con respecto a algunos puntos de la "Carta". El cartismo jugó un rol histórico de no poca importancia y obligó a una parte de las clases dominantes, a menos que hubiese querido tolerar continuas conmociones, a hacer ciertas concesiones, ciertas reformas. En general cabe decir que las clases dominantes de Inglaterra, la aristocracia tanto como la burguesía, se han mostrado desde el punto de vista de sus intereses de clase, del punto de vista del afianzamiento de su poder, ser las más hábiles, las más flexibles en comparación con todas las otras clases dominantes. Tome, digamos, un ejemplo de la historia de nuestros días -la huelga general en Inglaterra, en el año 1926. En caso de semejante acontecimiento, a saber, que el Consejo general de los sindicatos dé la orden de huelga, cualquier otra burguesía hubiese, en primer lugar, hecho detener a los dirigentes sindicales. No así la burguesía británica, que con ello actuó de manera absolutamente inteligente, desde el punto de vista de sus propios intereses. No me imagino que la burguesía de los Estados Unidos, de Alemania o de Francia hubiese aplicado una estrategia tan flexible. Para mantener su dominio, las clases dominantes de Gran Bretaña no han rehusado nunca hacer pequeñas concesiones, o reformas. Pero sería un error tomar estas reformas por revolucionarias.

Wells: Ud. Tiene una opinión más favorable de las clases dominantes de mi país que yo. Pero ¿existe gran diferencia entre una pequeña revolución y una gran reforma? ¿Acaso una reforma no es una pequeña revolución?

Stalin: A consecuencia de la presión desde abajo, de la presión de las masas, la burguesía puede, manteniendo el sistema socio-económico reinante, ocasionalmente conceder determinadas reformas parciales. Al actuar así, calcula que esas concesiones son necesarias para mantener su dominio de clase. Es pues, por este motivo, imposible caracterizar una reforma como revolución. Por ello, no hemos de esperar ningún cambio del sistema social que se realice como imperceptible transición de un sistema a otro, por vía de reformas, a través de concesiones de la clase dominante.

Wells: Le agradezco mucho por esta conversación, que para mí ha tenido una gran importancia. Cuando me estuvo explicando diversos puntos, posiblemente haya recordado el pasado, cuando en los círculos ilegales antes de la revolución, solía explicar los fundamentos del socialismo. Hay actualmente sólo dos personas sobre la tierra, cuya opinión, cuya más mínima declaración es escuchada todavía por millones -de Ud. y Roosevelt. Otros, que prediquen cuanto quieran; lo que digan no será impreso ni tenido en cuenta. Aún no puedo apreciar, cuánto ha sido logrado en su país. Pero he visto ya las caras contentar de hombres y mujeres sanos, y sé, que algo muy significativo se está realizando aquí. La diferencia, en comparación con 1920, es asombrosa.

Stalin: Mucho más se hubiera podido conseguir, si los bolcheviques hubiésemos sido más inteligentes.

Wells: No, si los seres humanos fuésemos más inteligentes. Sería una buena cosa inventar un plan quinquenal para la reconstrucción del cerebro humano, pues obviamente le faltan muchas cosas imprescindibles para un orden social perfecto.

Stalin: ¿Piensa quedarse aquí para el Congreso de la Unión de Escritores Soviéticos?

Wells: Desafortunadamente tengo varios compromisos, y me puedo quedar sólo por una semana en la URSS. Vine con el deseo de hablar con Ud. y estoy muy contento con nuestra charla. Pero, con los escritores, con los que pueda encontrarme, pienso hablar de la posibilidad de sus afiliación al PEN-Club. Es ésta una organización internacional de escritores, que fue fundada por Galsworthy; después de morir él, yo me convertí en su presidente. La organización es aún débil, pero tiene grupos de afiliados en muchos países, y, lo cual es aún más importante, la prensa informa muy detalladamente acerca de los discursos de sus miembros. Su principio es la libre manifestación de opiniones -también de opiniones contrarias. Espero poder discutir este punto con Gorki. No sé, si aquí ya se está preparado para tanta libertad...

Stalin: Los bolcheviques llamamos a eso "autocrítica". Se acostumbra en toda la URSS. Si Ud. deseara alguna cosa, yo le podría ayudar con voluntarios.

Wells: Le estoy muy agradecido.

Stalin: Yo le agradezco por la entrevista.

Bolchevik, número 17, 1934

Fuente: Marxists Internet Archive, año 2002